miércoles, 15 de diciembre de 2010

SAN PABLO Y LA IGLESIA CRISTIANA


Saulo de Tarso.
Apóstol del cristianismo que él transformó en religión universal .

Muy probablemente, sin él, el cristianismo no hubiese llegado a tener la importancia que tiene dentro de las actuales religiones que los seres humanos profesamos.

Ni siquiera perteneció al círculo de apóstoles íntimos de Jesús, a pesar de haber nacido en el año 10 d.c. en Tarso (la actual Turquía).

Era hijo de judíos fariseos, descendientes de la tribu de Benjamín, y estudió en Jerusalem con el rabino Gamaliel, lo que le diferenciaba del resto de apóstoles, que no eran más que sencillos pescadores.

Fue contemporáneo de Jesucristo e incluso estuvo en Jerusalém en la misma época que él, aunque probablemente no se conocieron.

Pablo tenía una sólida formación teológica, filosófica y jurídica (hablaba griego, latín, hebreo y arameo). Participó en las primeras persecuciones contra los cristianos. Pero durante un viaje a Damasco, poco después de la crucifixión de Jesucristo, se convirtió a la nueva fe, que por entonces era considerada una secta herética del judaísmo (según su propio relato, fue el mismo Jesús el que se le apareció).
Desde entonces San Pablo se convirtió en el más ardiente propagandista del cristianismo, que contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles: viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina; y escribió misivas (las llamadas encíclicas) a diversos pueblos del entorno mediterráneo.

Los escritos de San Pablo adaptaron el mensaje de Jesús a
la cultura helenística imperante en el mundo mediterráneo, facilitando su extensión fuera del ámbito cultural hebreo en donde había nacido.
Al mismo tiempo, esos escritos constituyen una de las primeras interpretaciones del mensaje de Jesús, razón por la que contribuyeron de manera decisiva al desarrollo teológico del cristianismo (se atribuyen a San Pablo más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento).











Proceden de la interpretación de San Pablo ideas tan relevantes para la posteridad como la del pecado original; la de que Cristo murió en la cruz por los pecados de los hombres y que su sufrimiento puede redimir a la humanidad; o la de que Jesucristo era el mismo Dios y no solamente un profeta.

También introdujo en la doctrina cristiana el rechazo de la sexualidad y la subordinación de la mujer, ideas que no habían aparecido en las predicaciones de Jesucristo.

En su esfuerzo por hacer universal el mensaje de Jesús, San Pablo lo desligó de la tradición judía, insistiendo en que el cumplimiento de la ley (los mandatos bíblicos) no es lo que salva al hombre de sus pecados, sino la fe en Cristo; en consecuencia, polemizó con otros apóstoles hasta liberar a los gentiles de las obligaciones rituales y alimenticias del judaísmo , incluida la
circuncisión. Se opuso a esta práctica para los gentiles que deseaban incorporarse al cristianismo (en oposición a lo planteado por San Pedro).

Pablo es considerado por muchos cristianos como el discípulo más importante de Jesús, a pesar de que nunca llegó a conocerlo, y, después de Jesús, una de las personas más importantes para
el cristianismo.
Los Apóstoles seguían considerándose judíos, pero Pablo establece en el Concilio de Jerusalén que los seguidores de Jesús no están bajo las leyes religiosas judías y transforma la Iglesia en algo universal que debe ser anunciada a todo hombre que pueble la tierra independientemente de su origen.
Esto le lleva a tener no pocos problemas con las primeras Iglesias cristianas que consideraban que predicarle a los gentiles y llevarlos a las sinagogas iba contra los deseos de Dios.

Volvió a ser apresado en Roma durante las persecuciones de Nerón. Fue sentenciado a muerte, por lo que fue decapitado hacia el año 67.

Por tener la ciudadanía romana, gozó del privilegio de la decapitación, ya que el suplicio de la Cruz estaba destinado solo para quien no era romano.

























Fue enterrado en la vía Ostiense de Roma. El 11 de diciembre de 2006 el Vaticano anunció el descubrimiento del sarcófago de San Pablo tras cuatro años de excavaciones arqueológicas bajo el altar mayor de la basílica que lleva su nombre.



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