Dios no existe, los extraterrestres si existen y viajes en el tiempo son posibles.
Son palabras del científico Stephen Hawking que quedaron escritas en su libro "Para grandes preguntas, breves respuestas" (Brief Answers to the Big Questions),
Stephen Hawking padecía una grave enfermedad conocida como ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y le fue diagnosticada a los veintiún años. Le dieron 2 años de vida, sin embargo murió con 76 años, postrado en una silla de ruedas y comunicándose gracias a la alta tecnología acoplada a sus necesidades.
El gran científico describe que durante siglos se creyó que las personas que como él, padecían ese tipo de enfermedades, eran por causa de la maldición de Dios. La iglesia siempre justificando sus opiniones en boca de Dios aunque fueran o no erróneas, para atemorizar a los creyentes.
La esperanza de los seres humanos siempre ha sido que la vida terrenal es una forma de existencia pasajera, que lo mejor de la vida es lo que viene después de la muerte. Todas las culturas coinciden en lo mismo. La vida sigue después de la muerte de una forma u otra, es decir, de forma espiritual o de forma física, resucitando.
De una forma u otra, cuando morimos, solo dejamos el mundo material pero que más tarde resucitaremos y seremos muy felices. Est es la creencia en el mundo cristiano.
Pero ojo con los que se hayan portado mal, esos no. Se pasarán toda su existencia en el infierno.
Los griegos ya auguraban que cuando una persona se portaba mal, iba después de su muerte,directamente al Infierno (le llamaban Inframundo regido por el dios Hades)
Otras religiones creen en la reencarnación. Viene a ser algo similar, pero con distintos matices.
Pero, ¿realmente un cadáver enterrado hace siglos, al que le quedan cuatro miserables huesos, puede resucitar ?¡Es que me daría terror ver unos huesos caminando y queriendo abrazar a sus descendientes después de unos cientos de años!
Pero la solución a este problema ya la tenían algunos pueblos de la antigüedad, entre ellos, como no, los egipcios y los incas!
Los egipcios creían fervientemente en la resurrección, y por ello dedicaron sus conocimientos a la preservación de cadáveres con la técnica de la momificación.
Lo mismo que las grandes culturas americanas, como la incaica, antes de la llegada de los europeos a su continente.
También existían y siguen existiendo creencias absurdas como las de los antiguos Vikingos, que creían que cuando se moría en combate, eran recibidos con los brazos abiertos por las Valkirias en el Valhalla, el reino de Odín, Los que fallecían por muerte natural iban al submundo llamado reino de Hel, en el que las almas vagaban en un mundo oscuro. Por cierto que allí también iban las mujeres.
Los musulmanes siguen creyendo en el placer sexual como premio después de la muerte en combate. Lo demás no importa mucho, pero el sexo, eso sí, eso es lo que más importa. Es el mejor premio.
Según las colecciones de dichos del profeta Mahoma más aceptadas (los hadiz), los varones muertos en la yihad, recibirán -entre otras señales o recompensas- hasta 72 mujeres vírgenes (huríes), así como la fuerza suficiente para “poder cohabitar con ellas desde el alba”.
Como podemos observar, el ser humano no pierde la esperanza de continuar viviendo de una forma u otra, sea pisando el suelo, o sea en el cielo, sobre las nubes. La cuestión es no perder la esperanza.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste Palabra de tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás."
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